A mi algo que siempre me ha incomodado hacer en público es el comer tostadas. No se si hay a un apartado en el Manual de urbanidades del distinguido Carrerño, en donde nos indique como se debe hacer. Tampoco he indagado mucho en los libros sobre etiqueta.
Hay quienes proclaman tener un método infalible para poder realizar tan arriesgada empresa. Pero cada vez que oigo eso se que son charlatanes y que ni ellos ni su método podrán apaciguar mi desasosiego a comer tostadas en publico. Es de mi conocimiento, que el comportamiento de cada tostada es diferente. Por lo tanto es aleatorio.
Mi miedo solo es cuando el personal presente no es de mi total y entera confianza. Como los suegros y familia politica, patrón cuando te invita a comer (no es mi caso), etcétera etcétera.
Jack: ¿Cómo puedes estar sentado ahí, comiendo tostadas tranquilamente, cuando estás en un lío tan terrible. Creo, sinceramente, que no tienes corazón.
Algernon: No puedo comer tostadas agitadamente. Con toda probabilidad me mancharía los puños de mantequilla. Yo suelo comer mis tostadas sin prisa. Es el único modo de comerlas.
Jack: Lo que digo es que el solo hecho de comer tostadas en circunstancias como éstas indica falta de corazón.
Algernon: Cuando tengo algún problema, lo único que me tranquiliza es comer. Incluso cuando ese problema es serio, quienes me conocen íntimamente te lo pueden decir, desecho todo, salvo comer y beber. En este momento como tostadas, porque soy desdichado. Además, las tostadas me gustan especialmente. (Se levanta.)
Jack: (Se levanta.) Bueno, pero no hay razón para que te las comas todas y tan ávidamente. (Le quita las tostadas.)
Algernon: ¿Por qué no comes tarta? A mí no me gusta.
Jack: ¡Santo Dios! ¡Un hombre tiene derecho a comerse sus tostadas en casa!
Algernon: Pero si acabas de decir que quienes comen tostadas carecen de corazón...
Jack: He dicho que tú carecías de corazón en estas circunstancias. Y eso es algo muy distinto.
Algernon: Puede ser. (Le arrebata el plato.) Pero las tostadas son las mismas.